Diálogos con el Teatro: «Los muchachos dentro y fuera de la escuela»

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DÉCIMA PARTE

JUANITO:
:¡Oye, enano! Échate tú más para allá que a mí no me dejas campo.
BALTASAR:
¡Gigante! que eres muy gigante, casi me estoy cayendo de la cama, arrímate tú más para allá, que tienes la plaza del pueblo ahí contigo y ahora que tengo la mano así, el que necesita más campo soy yo.

(En eso oyen la puerta de la calle y…)

JUANITO:
¡¡Chussss!! calla que ya están ahí, vamos a hacernos los dormidos.
(se tapan hasta las orejas y se hacen los dormidos).
JOSEFINA:
(Entra en casa despacito, abre la puerta de la habitación de los niños, y al verlos tan dormidos dice:)
¡Pobres hijos míos! ¡Qué buenos que son!, ya están dormidos y todo.
(Y les cierra otra vez la puerta).
DOROTEO:
Josefina… ¿En dónde están los chicos, que no los veo por ninguna parte?
JOSEFINA:
(poniéndose el delantal) Pobres… Están tan cansados que se han quedado dormidos ya.
DOROTEO:
(Despacio, se quita la gorra y la coloca sobre una silla a la vez que habla para acabar sentado:)
¡Cansados…! ¿De qué? Como no sea de andar saltando paredes y cogiendo pardales… ¡No sé de qué van a estar cansados!
JOSEFINA:
(Moviéndose despacio por la cocina, poniendo una cazuela en el fogón, un plato en la mesa una jarra de cristal con agua que le da a Doroteo para que beba una poca etc.)
¡Hombre! Tienen maestro nuevo… llevan dos días en la escuela, han hecho los deberes, yo les mandé hacer otros quehaceres… Y los niños se cansan, mira si están cansados que ya están durmiendo.
DOROTEO:
(Con cara seria y de pocos amigos) Pues como hoy estén cansados… mañana se cansarán más, porque los voy a llevar conmigo y mientras yo labro la tierra, ellos que partan terrones, luego por la tarde, ellos que se queden cuidando un rato de las ovejas y tú bienes conmigo y así terminamos antes la faena.
JOSEFINA:
(Mirando fijamente a su marido y avisándole con la mano derecha) ¿Sabes que a mí, no me gusta que los muchachos falten a la escuela Doroteo?¡Déjalos que aprendan! Y que no sean unos burros como somos nosotros.
DOROTEO:
(Dando un suave manotazo sobre la mesa y sentado, mejor dicho cenando) He dicho que mañana van conmigo y se acabó, mañana que trabajen en la tierra, que eso también es aprender y otro día que vayan a la escuela, que aprendan a ser, si pueden, un poco más burros que somos nosotros.
JOSEFINA:
(Algo contrariada, va recogiendo todo lo que sus hijos dejaron tirado, y ve la ropa llena de sangre, toda sucia, la camisa con un siete, se asusta y corriendo entra en la habitación de los niños) )¡Juanito! ¡Sebastián! ¿Qué os ha pasado, que tenéis toda la ropa destrozada?
JUANITO:
¡Cochina! ¡Cochina! Deja a mi hermanito, no le hagas daño… ¡Enano! ¡Enano! Sal ahora, sal ahora que el marrano ya no te sigue… Corre… corre, sal.
JOSEFINA:
(Viendo que los niños soñaban, que estaban enteros y que no se despertaban, no dijo nada a su marido) Están dormidos y soñando, mañana les preguntaré.

LA CAMA DESAPARECE DE ESCENA QUEDANDO LO QUE ES LA COCINA Y JOSEFINA CALENTANDO EL DESAYUNO

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Un comentario:

  1. Miguel Alfonso Licarión

    Esto parece como cuando escuchaba, «Matilde, Perico y Periquín» en la radio y te quedabas con ganas de saber cómo sería la historia del próximo jueves, creo que era los jueves, ¿os acordáis alguno de vosotros de este programa? Lo patrocinaba «aquel negrito del África tropical que cultivaba el Cola-Cao«.
    Espero el final de la historia.
    Saludos.

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