Zarzuela del maestro Chapí dedicada a Torregamones: La Raposa

CUADRO TERCERO

ESCENA ÚLTIMA

DICHOS.

SATURIO:
Yo le doy un recorrío.
Yo voy á romperle el alma.
Nada, que lo mato.
MELITÓN:
!Calma!
SATURIO:
¿Pero usté aquí, á qué ha venío?
MODESTO:
Buscando el consentimiento.
SATURIO:
¿Pa casarse?
MODESTO:
Exactamente.
SATURIO:
(A Prudencia.)
¡Ah! ¿Conque es tu pretendiente?
PRUDENCIA:
Sí.
SATURIO:
¡Primero lo reviento!
PRUDENCIA:
Tiene usted que transigir.
SATURIO:
Con tal yerno no transijo.
No tendrá un cuarto, de fijo.
MODESTO:
¡Eso ya es mucho decir!
Se me ha muerto un tío carnal,
que era hombre bastante rico,
treinta mil duros y pico,
tenía de capital,
y no habiendo otro heredero
más que yo, los heredé.
SATURIO:
(Muy exageradamente.)
¿Y por qué no empazó usté
diciéndome eso primero?
MODESTO:
¿Consiente usted?
SATURIO:
¡Ven acá,
guapote! ¡Pillo! Adevino
que vas hacerte vecino
de Torregamones.
MODESTO:
¡Quiá!
SATURIO:
No seas tonto, vive aquí,
que siguiendo mi consejo,
podrá usté llegar á viejo.
Si no, aquí tienes en mí
un primer contribuyente
del lugar, robusto, sano
honradote y campechano
hasta la pared de enfrente,
que á cualquiera da un consejo,
que cree en el purgatorio,
y que acude al consistorio
cuando tocan á concejo.
Que anda mucho aunque no corre,
porque no quiere correr,
ni mucho menos perder
jamás de vista esa torre
que para mí es un santuario,
y el mundo que yo recuerdo
tiene su fin, donde pierdo
de vista ese campanario.
MODESTO:
¿No ha montado usté en el tren?
SATURIO:
¡Yo en el tren! ¡No estoy demente!
MODESTO:
Yi vive usté felizmente.
SATURIO:
No lo sabe tú muy bien.
Me levanto á buena hora,
pues en invierno y verano,
ya estoy en pié muy temprano,
casi al despuntar la aurora.
Saludo á mis labradores,
que alegres y bullangueros
preparan bueyes y aperos
para empezar sus labores,
y al marharse á su trabajo
lleno de satisfacción,
como un trozo de jamón,
un cuenco de sopas de ajo,
bebo una jarra de vino
que en aquel momento llega
fresquito de la bodega,
y me tienes un camino
con sangre que me alborota
á ver cómo están las reses,
ó á ir recorriendo sus mieses
apoyado en mi garrota.
Acá miro una labor,
allá subo una cañada,
aquí echo una parrafada
con un gañán ó un pastor,
sobre si el grano se dá
ó si el ganado anda así,
de si hay liebres por aquí,
ó hay perdices por acá;
y en tan franca compañía
paso toda la mañana
hasta que dá esa campana
el toque de medio día.
Entonces, ¡no hay más que hablar!
me voy á casa derecho
y me siento satisfecho
con un hambre regular
en mitad de la cocina,
donde pongo un taburete
á comerme un pucherete
con su jamón, su gallina,
garbanzos de buena ley,
media pierna de carnero
chorizo,… en fin, un puchero
como no le come el rey.
Bebo vino, del mejor,
cómo hasta ponerme ahíto,
porque tengo un apetito
de los de marca mayor.
Si es que hay caza por ahí,
cazando se acaba el día.
Yo tengo mi puntería
y no tiro porque sí.
Salto zanjas, subo oteros,
cruzo prados, olivares,
trigos, viñas, tomillares,
rastrojeras y senderos.
Hago la última descarga,
de esa campana oigo el son,
y murmuro una oración
ni muy corta, ni muy larga;
y doy fin á mis afanes,
entre los ruidos extraños
del balar de los rebaños
y el cantar de los pastores,
y con tanta ocupación,
voy cogiendo á manos llenas
sangre muy rica en las venas
y aire puro en el pulmón.
Con que si alguien que crea
que esto no es felicidad,
y no digo la verdad,
¡que venga Dios y lo vea!
MODESTO:
¡Está muy bien! Ya lo vemos.
SATURIO:
¿Se convenció?
MODESTO:
(A Prudencia.) Nos casamos,
al día siguiente nos vamos,
y más tarde ya hablaremos.
SATURIO:
Pus qué ¿se arregló la cosa?
No tenemos más que hacer.
Ahora, á bailar y á beber
que ya viene la raposa
y el convite empieza ya.
SATURIO:
Hay que invitar. (Por el publico.)
Me parece.
¿Quién ustés ¡Se les ofrece
con muy buena voluntad!
(Se oye música y jolgorio. Aparece el carro cargado de mies y adornado con pañuelos, banderas y cascabeles. Detrás mozas y mozos del pueblo cantando, tocando panderetas y bailando..)

Música

Ya está la raposa
metida en la era,
ya pueden las mozas
tocar la pandera.
Si hay vino de sobra,
venga un atracón,
que acabe la obra
y haiga diversión.
No hay que trabajar,
unos al pandero
y otros á bailar.

TELÓN

FIN DE LA OBRA

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