CUADRO PRIMERO
ESCENA VI
DICHO y ANICETA en la cocina.
- ANICETA:
- (En la ventana.) ¡Eh!
- MODESTO:
- ¡Deo Gracias!
- ANICETA:
- Señorito… ¡Chis! ¡Aquí!
- MODESTO:
- ¡Calla! Qué muchacha más guapota.
- ANICETA:
- ¿Es usted el señorito Modesto?
- MODESTO:
- El mismo.
- ANICETA:
- Por muchos años.
- MODESTO:
- Y usted que lo vea.
- ANICETA:
- ¡Baje usted la voz!
- MODESTO:
- ¿Por qué?
- ANICETA:
- Porque pudiera oirle á usted el amo.
- MODESTO:
- ¡Ah! ¿Pero está en casa?
- ANICETA:
- Sí, señor; y el otro día, al enterarse de que la señorita tenía un novio en Madrid, ¿sabe usted lo que dijo?
- MODESTO:
- No.
- ANICETA:
- Pues que si le echaba á usted la vista encima, le iba á usted á espeniquebrar.
- MODESTO:
- ¡Carámbano!
- ANICETA:
- Y dijo más.
- MODESTO:
- ¿Más todavía?
- ANICETA:
- Que si se atrevía usted á venir á Torregamones, él, como Alcalde, el encargaría al Tío Aplasta, el Alguacil, que le diera á usted una paliza.
- MODESTO:
- ¡Qué bruto!
- ANICETA:
- Pero usted no tenga miedo, y vuelva usted luego.
- MODESTO:
- ¿Para que me perniquiebre el Alcalde, ó me reviente el Alguacil?
- ANICETA:
- Si hoy no pararán en casa, y podrá usted hablar con la señorita, que le espera á usted.
- MODESTO:
- Pero, y si…
- SATURIO:
- (Dentro.) ¡Niceta!
- ANICETA:
- Voy, que me llaman.
- MODESTO:
- ¡Pero, oiga usted! ¡Y se fué! ¿Sí? pues yo pongo piés en polvorosa. (Al volverse para salir, tropieza con el caballo que, aparejado, saca Melitón.)