Entrevista a la doctora Ángela Pascual Fernández

Fuente: La Opinión de Zamora.
Fecha: 11/07/2020-

Ángela Pascual Fernández, de Torregamones. Uróloga en el Hospital Río Carrión de Palencia, es la portavoz autonómica de la asociación Médicos Unidos por sus Derechos.
Ángela Pacual Fernández

Ángela Pascual, uróloga en el Hospital Río Carrión de Palencia, es la portavoz autonómica de la asociación Médicos Unidos por sus Derechos, creada para luchar por la mejora de las condiciones de trabajo de un colectivo sometido a una «fuerte presión asistencial», agravado durante la pandemia. La doctora Pascual, de origen sayagués (de Torregamones), explica en esta entrevista la situación y reivindicaciones en medio de una de las peores crisis de la sanidad pública.

 ¿Por qué ha surgido la necesidad de crear una asociación?

-Vivimos una situación derivada de todas las carencias del sistema sanitario público, arrastradas de la crisis de 2008, cuando hubo una disminución en los presupuestos generales del 16%. Durante estos 12 años no se ha recuperado ese recorte y con la pandemia nos encontramos con que la mejor sanidad del mundo no es tal cosa. Los profesionales ya lo sabíamos, pero creo que ahora ha sido más evidente para la población.

 Es paradójico que los «héroes» de la pandemia, el sector sanitario en general, padezcan carencias tan tremendas.

-El problema que surge, y se agrava en este momento, es que hay una falta de profesionales sanitarios de todas las categorías. Y eso tiene su origen en la congelación de plantillas que hubo en la crisis de 2008, cuando se amortizaron muchísimas plazas. Todas esos médicos jubilados no se sustituyeron, amortizaron las plazas y eso nos lleva irremediablemente a que el número de sanitarios disminuye, pero a la vez hay una misma actividad asistencial. Los pacientes siguen siendo los mismos pero con menos sanitarios, y esto nos lleva a una sobrecarga laboral, mucho más agravada durante la pandemia en términos de personal y de recursos, y a un aumento desmesurado de listas de espera.

 La situación parecía impensable en la mejor sanidad del mundo, aunque el COVID 19 ha puesto al límite a los profesionales y los medios.

-Pero esto no viene solo de la pandemia. Ya el año pasado el número de personas que estaban en lista de espera se computó en 600.000, que es la mayor cifra de los últimos 20 años. Aunque se haya hecho más evidente el problema sanitario ahora con la pandemia, porque ha sido una cosa muy aguda y además ralentiza todas las patologías que no son COVID. Pero ya estábamos muy mal entonces. Hablamos de una sanidad muy eficiente, pero a costa de gastar menos presupuestos y trabajando más. Al final la administración ha elegido más cantidad en detrimento de la calidad. Tú no le puedes dar una calidad asistencial buena a un paciente si no le dedicas tiempo, ni recursos; es imposible. La Administración ha tirado por no compensar esa disminución en los presupuestos considerando que había que tratar a los pacientes como churros.

 Es comprensible el malestar de los pacientes, que esperan meses y meses para ser vistos por el especialista.

-Sí, las carencias se traducen al final en muchos más pacientes citados en consulta. Si para ver en condiciones a una persona tienes una agenda de 25 pacientes, ahora pueden llegar a 40. Al final a todas esas personas se las acaba viendo, pero rápido y mal. Yo como paciente me sentiría indignada porque no tratamos las patologías como debemos. Ese es el problema de la sobrecarga asistencial y lo único que le pedimos a la Administración es que si esto lo quieren resolver tienen que aumentar los presupuestos para gasto sanitario. No queda otra.

-¿Es la causa de la «fuga» de médicos a otros lugares?

-Claro, con estas condiciones laborales al final buscas otras oportunidades de mejora. Es una carrera que te exige mucho y por lo menos pedimos una situación laboral digna, una estabilidad. Comparado con el estatuto de los trabajadores, una persona que lleva un año continuado trabajando, o se le hace fijo o se le despide. Nosotros no. Nosotros concatenamos contratos a lo largo de años y años para nunca tener una estabilidad.

-¿Cómo repercute este sistema en un profesional?

-Por ejemplo en mi especialidad, yo soy uróloga, llevan diez años sin convocar una oposición. Entonces nunca tenemos posibilidad de estabilizarnos y cuando nos surge esa ocasión ya tenemos una vida familiar montada. No es lo mismo presentarte a una oposición con 30 años que con 40. Esto la Administración puede cambiarlo, para empezar consolidándonos el empleo. Nos necesitan, si fueran un poco inteligentes nos consolidarían en nuestro mismo puesto y aumentarían las plantillas donde hubiera carencias. Si quieren una calidad asistencial buena, tienen que invertir en contratar a más profesionales y eso beneficiará a los pacientes.

 La pandemia, que ha aflorado tantas carencias, ¿puede cambiar la situación?

-Yo realmente sí que confío en la buena voluntad, al menos de la consejera de Sanidad que nos ha tendido una mano al diálogo, se ha interesado por nuestro movimiento y puede haber acercamientos. Porque lo principal es que atiendas bien al paciente, sino la sanidad no tiene sentido. Pero, desde luego, por el camino no nos podemos olvidar de las condiciones laborales de los que trabajamos ahí. Al final si quieren dar satisfacción al paciente y una sanidad de calidad tienen que invertir.

 Parece increíble de cara a la sociedad que el colectivo médico describa esta precariedad.

-La medicina ha cambiado mucho, de ese sentido paternalista y de confianza total se ha pasado a que el paciente debe decidir acerca de sus tratamientos. Nosotros sabemos, aconsejamos, pero al final la última palabra es del paciente.

 La percepción de la sociedad es que el médico goza de una situación estable y privilegiada, muy alejada del panorama que describe.

-No. Somos unos esclavos de élite, ha cambiado mucho. Quizás la figura del médico estaba más valorada antes y por otro lado no tenemos ni ese poder adquisitivo ni esa estabilidad laboral que todo el mundo piensa.

 ¿El cuadro que dibuja se amplifica en el mundo rural?

-Sí porque son médicos que tienen contratos aún más precarios, rotan por distintos pueblos, no tienen recursos suficientes y además está el condicionante geográfico, con comarcas muy dispersas y desangeladas; zonas de difícil cobertura, con pocos medios, donde la comunicación con los pacientes es difícil y las contrataciones son peor todavía que en la ciudad. En esas zonas de difícil cobertura, la Administración tiene que pensar alguna manera de incentivar a los profesionales. Nosotros queremos ir a esas zonas pero hay que garantizar unos recursos y compensar esas carencias. Por otra parte hay que tener en cuenta que no tienen profesionales porque ha sido tal el maltrato en Castilla y León que la gente se ha ido fuera.

 ¿El plan piloto que se paralizó con la pandemia mejorará la asistencia en el mundo rural?

-Puede añadir complejidad al paciente a la hora de desplazarse porque las personas que no tienen apenas movilidad o están muy justitas, es muy difícil que se muevan y eso va en detrimento de la asistencia.

 Hay temor en los pueblos a que el cierre de consultorios durante el confinamiento sea definitivo, y por otro lado hay médicos que cuestionan el hecho de valorar a un paciente por teléfono.

-No digo que no se deban centralizar ciertas cosas, pero hay que dar facilidades a la gente para tener acceso a la sanidad. Es más, creo que se debería potenciar la atención al paciente en el domicilio, eso funciona muy bien en otros países y descongestiona los hospitales. Las zonas en las que el paciente pueda desplazarse, bien. Pero en zonas envejecidas hay que fomentar el cuidado domiciliario.

 ¿Los consultorios rurales entonces deben reabrise?

-Ojalá, porque la vida sigue, ya no estamos confinados. Siempre adoptando unas medidas de seguridad básica y espaciando a los pacientes porque hay riesgo de generar nuevos brotes, como estamos viendo. Pero siguiendo las recomendaciones básicas, con la distancia de seguridad y mascarilla, lo que no podemos hacer es cerrarlo todo en banda mientras tenemos los bares abiertos.

 ¿Va a haber un antes y un después de la pandemia?

-Eso va a depender de la capacidad de movilización que tengamos, no solo los sanitarios, sino también de la capacidad de respuesta de la población. Es importante que nos apoyen porque repercute en la calidad de atención. Nosotros no pedimos dinero, simplemente pedimos recursos y estabilidad. La perspectiva varía mucho desde el triaje del COVID a un despacho, no tiene nada que ver, nos tienen que escuchar.

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