Este año con el lema «Con estas mimbres» y las tradicionales cestas como escaparate, la Feria de Artesanía y Productos Típicos de Moralina de Sayago se ha hecho mayor. Han pasado 18 años desde que en el 2000 la asociación La Veiga, en colaboración con el Ayuntamiento, pusiera en marcha una iniciativa que año a año ha ido ganando crédito, aumentando la participación de artesanos y consolidándose como una de las ferias señeras de Sayago y Tras os Montes.
Prueba de esta fortaleza son los alrededor de 90 puestos que ayer volvieron a inundar la plaza de Moralina y su entorno, un auténtico zoco con productos de todo tipo. Desde los alimenticios hasta los que salen de las manos de veteranos artesanos y nuevas generaciones que empiezan a tomar el relevo. Por eso en Moralina confluyen los históricos y los nuevos emprendedores en un mercado sumamente atractivo para los vendedores, sabedores de que la afluencia de personas en el punto más álgido del verano garantiza una buena jornada.
Allí estaba ayer de nuevo el nonagenario Manuel Simón Villarejo, de Torregamones, con sus noventa y tantos años, y su puesto de trabajos realizados con hojalata. Se había despedido el año pasado, pero el artesano se vio con fuerzas para estar un año más en Moralina. Y junto a él, jóvenes emprendedores, como la iniciativa de una granja de caracoles en Torrefrades, o un nuevo poblador de Formariz que elabora aceite. Miel, repostería, queso, embutidos, mermeladas, vino, aceite…
Los productos de la tierra suelen tener mucho éxito en esta feria, que ayer consolidaba su importancia con una multitudinaria asistencia de gentes llegadas de toda la comarca de Sayago y muchas de la vecina Portugal. Hasta allí se acercan también vendedores con navajas, cueros o ceras.
Y como es habitual cada edición, la asociación La Veiga de Moralina se encargó de ambientar el pueblo, este año con una original puesta en escena a base de las tradicionales cestas de mimbre que tan imprescindibles fueron antaño y hoy han pasado al baúl de los recuerdos.
La tarea de ornamentación ha pasado por la recuperación de las viejas cestas, muchas arrinconadas y prácticamente perdidas que han retomado vida con originales creaciones. Es un atractivo más de este mercado que transforma por un día Moralina.