El barrio…
También recuerdo como en primavera por las noches cantaban los ranos y se oían desde la llagona y cómo cantaban los pájaros, las rollas (tórtolas) y los gayos (arrendajos) y yo cogía los renacuajos y cuando araba Agapito, animando a las vacas: ¡Hala morica… vamos garbosa…!
Recuerdo cómo en las noches de invierno nos juntábamos en casa de los vecinos al rumor de la lumbre y se contaban aventuras de lo más dispares; los hombres, recuerdos de la guerra y, las mujeres, cotilleado de los novios y embarazos prematuros -que siempre había alguno pendiente- y haciendo ganchillo.
Los domingos por la tarde compraba una naranja, cacahuetes, y nos la repartíamos con mi mejor amigo de toda la vida, Paco Pelazas.
Una vez me picó un escorpión cavando en la viña; cogí la bicicleta y en un santiamén me presenté en casa de D. Daniel y me dijo «puñeta, puñeta, que esto no es nada» y no me dolió.
También recuerdo cómo se hacían las subastas en la plaza y Kiko Iglesias animaba la puja hasta que al fin decía que “buen provecho le haga a fulanito…” y quedaba finalizado el trato.
¡Hola Pepe!
Me has hecho reír bastante con estas anécdotas y recuerdos. Hablando de gente que yo sólo he oído nombrar a mis padres pero sobre todo aprendiendo de todo lo que cuentas. Te animo a que sigas contándonos cosas porque lo haces muy bien y haces que uno se enganche a leerlas.
¡¡¡¡Enhorabuena por estas historias!!!!
¡Enhorabuena Pepe!
Y enhorabuena a todos los Josés y Josefas. Hoy es vuestro Santo.
Muchas gracias por haber compartido con todos nosotros tus vivencias. Es una manera de preservar nuestro legado.
Un abrazo,
Roberto Sastre.