Fecha: 03 de Marzo de 2012
No es la primera vez que lo expreso y mi desesperación es pensar que no será la última. Los incendios constituyen en la gestión de mi departamento una de mis mayores preocupaciones. Me causa una gran impotencia ver cómo las llamas se comen con voracidad, y siempre de forma irracional, hectáreas y hectáreas de nuestro rico patrimonio. Es una pérdida irrecuperable ante la que a veces, con incapacidad, comprobamos que no podemos hacer frente por la multitud de focos que presenta.
Entiendo que no hay medios suficientes, en todo el mundo, que sean capaces de blindar nuestro extenso medio ambiente cuando es el mal el que trata de imponerse. Ni ojos, ni cámaras, ni guardas que vigilen la evolución natural de nuestro ecosistema, ni medidas efectivas, ni cuantificables que pongan puertas a este inmenso campo cuando se desata lo que yo considero como terrorismo ecológico.
Es cierto que el año es atípico. La sequía acecha a todo el territorio y también, debido a la crisis, puede parecer que los esfuerzos económicos no están a la altura. Quiero dejar claro que la acción del Gobierno de Castilla y León no se ha relajado ni un sólo minuto; que son muchos los trabajadores de esta administración, junto con los del resto de las administraciones, los que, de la mano, se ocupan y preocupan por los incendios, por evitarlos, por combatirlos, por erradicarlos. Son esfuerzos que pienso no quedan suficientemente reflejados en el papel, que no salen en las fotografías, que requieren además un arrojo impagable. Quiero, a través de estas líneas, dar la cara por todos ellos. Porque sus horas de trabajo en la lucha, investigación y formación en la defensa contra el fuego no deben caer en balde, no pueden caer ni decaer. A todos ellos, mi agradecimiento y comprensión.
Aún así considero que lo que me causa más impotencia a la hora de enfrentar la lucha contra el fuego es la insensatez de algunos que «se echan al monte» con el único propósito de hacer daño. Ni justificación, ni tolerancia, ni perdón. Y reconozco que en esta labor didáctica, de sensibilidad, sin ninguna duda de educación he de pedir la ayuda a toda la sociedad. El crimen a nuestro entorno debe ser denunciado y combatido siempre en la medida de nuestras posibilidades, desde nuestro ambiente más cercano, con la denuncia pública, con la reprobación.
Quemar los bosques, nuestros pulmones, nuestra biodiversidad, nuestra historia, es destruir nuestras raíces, y empobrecer nuestra calidad de vida y la de nuestros hijos. No podemos asistir a esta quema sistemática sin encogernos un poco, sin estremecernos. Porque las consecuencias son devastadoras. Hoy más que nunca tenemos que reflexionar sobre la importancia que tiene la defensa del medio natural. Que es nuestro. Es de todos. Pues sepan que este fuego de invierno no nos deja fríos y que nuestro último objetivo es no seguir alimentando con nuestras maderas y pastos las llamas de la irracionalidad.
Antonio Silván Rodríguez.
Consejero de Fomento y Medio Ambiente (Junta de Castilla y León).
Fuente: Junta de Castilla y León.