Maestros de la piedra

Fuente: La Opinión de Zamora.
Fecha: 05/02/2020.


El granito es un patrimonio presente en la naturaleza y tallado de muy diferentes modos en los pueblos. Antonio Garrido es uno de los pocos profesionales en el manejo de la roca

Los profesionales de la piedra, que confiere una identidad y una estética al medio rural, van a menos. Pero todavía quedan por los municipios exponentes capaces de labrar el duro granito arrancado a la naturaleza o de utilizarlo con pericia, como es el caso del portugués Antonio Garrido, afincado en Torregamones, un pueblo pétreo y con una arquitectura urbana y extraurbana llamativa.

«Las piedras todas son todas buenas, pero el que las coloca es el que tiene que saber cómo ponerlas» expresa Garrido, con un mazo en la mano y los dedos de ambas manos curtidos por los golpes asestados a un material tan manejado por albañiles y el sector de la construcción.

Está inmerso en la restauración del muro de una finca de Villar del Buey y, piedra a piedra, va quedando como si fuera obra de un artista por la precisión y el detalle con el que coloca cada pieza.

«Lo más difícil de una pared es cuando quieres poner una piedra en el sitio y no lo consigues. Lo demás va todo bien. Lo principal es echar ganas. Sabes que hay que hacerlo y se hace. Hay piedras más blandas y otras más duras. Las piedras son así» expresa.

«En las cercas hay piedras claves, que hacen de traveseros, van de un lado a otro y sujetan la pared, y arriba van de cobertera. En Sayago la tradición es colocar hincones, que hace que aguanten más». Las herramientas son sencillas y manejables:» un marrón con pico, una maza por si hace falta partir alguna piedra, y una barrena para tirar si alguna es pesada».

Repara Garrido en que las cercas llaman la atención porque «son diferentes». Y a la vista saltan paredes de distintas hechuras, alturas y composiciones, con una especial estética en fincas de mayor aprecio o mejor acondicionadas para los aprovechamientos ganaderos.

Las piedras llamadas de «piel de lagarto» son aquellas cubiertas con una especie de musgo «porque es naturaleza viva». Antonio Garrido, según comenta, trabaja a veces con presencia de lagartijas que gustan de disfrutar del sol sobre las paredes o que hallan en éstas los insectos o el refugio. «Las lagartijas andan ahí y no creas que tienen miedo. Las he visto saltar a mi propia mano». También comenta que «cortando piedra he visto alacranes. Levantas una piedra y cuando no aparece uno, hay dos». Precisa que «se dan en terrenos que no se mueven mucho y en puntos donde tiene que haber bastantes piedras», entre otros lugares en Fornillos de Fermoselle. Y hormigas, dice, «hay todas las que quieras». Califica de «bueno» el granito presente en la comarca Sayaguesa.

El granito es un patrimonio sayagués visible en numerosos puntos de los pueblos y en muy distintas formas, tanto naturales como artificiales. Los rebollos, que sobresalen como grandes hongos por toda la orografía, y las lajas graníticas, que yacen a ras de superficie casi listas para su colocación, constituyen una riqueza abundante y, en innumerables casos, suponen una belleza paisajística digna de la fotografía. Pero no es menor la riqueza y el atractivo que ofrece el granito desgajado de campos y en canteras, y que ha sido más o menos labrado por el hombre. Aparece expuesto en las portaladas de los pueblos, en potros de herraje de ganado, en figuras de verracos, en fuentes tradicionales, en bebederos de la ganadería, en casetos destinados a refugios, en chiviteros construidos para salvaguardar a las crías de las alimañas, en tallas y como elemento esencial en las innumerables paredes que cercan viviendas, solares o fincas de todo el Parque Natural Arribes del Duero y fuera del espacio protegido.

La restauración de este impresionante patrimonio convive en Sayago -y en Aliste y Sanabria- con el deterioro que acompaña a la despoblación y al envejecimiento del medio rural. En uno y otro lugar salta a la vista el contraste el que se da entre la reparación y la limpieza de numerosos elementos, practicada por propietarios, ayuntamientos o voluntariados, y el derrumbe y el abandono que pesa en otros edificios, inmuebles o bienes etnográficos.

3 comentarios:

  1. Interesante artículo, y está fenomenal conocer a la gente que trabaja en estos oficios.

  2. Te felicito, Garrido, por disfrutar del arte de colocar cada piedra en su sitio y de saber labrar las piedras de puertas y ventanas. Yo también aprendí a hacerlo con mi padre y mi abuelo.
    Ahí están las paredes de 60 cm de ancha con mortero de barro tan ternes.
    Es un oficio que deberían aprender muchos jóvenes y seguro que tendrían trabajo.
    Un saludo y adelante.

  3. Miguel Alfonso LIcarión

    Será que me voy haciendo mayor, pero no caigo quién es.

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