Hay veces que sin saber por qué, la vida se encarga de truncar las ilusiones, te hace sufrir, y… ¡De qué manera!
Un día de esos, que celebrábamos una fiesta familiar, alguien muy ilusionado se acercó a mí, y me dijo que venías de camino, y que no tardarías en llegar.
Yo me puse muy contenta y llena de ilusión esperaba tu llegada, pues aunque para mí eras el cuarto, para ellos eras el primero. Yo… los veía contentos, felices, llenos de ilusión -como solemos estar cuando esperamos a quien queremos- y así vivíamos todos, con gran ilusión tu llegada.
Pero un día, sonó el teléfono de casa, y oí una voz muy triste que así me decía:
Me gustaría darte hoy buenas noticias, pero por circunstancias de la vida y sin saber por qué, quien venía de camino, está muy mal y nunca llegará.
Oír aquellas palabras me entristeció profundamente, y no sabiendo qué hacer para curarte, para verte… Le pedí al Santísimo que te curara, que te salvara. Quizás no lo hice con esa fe que dicen que hay que tener cuando se le pide algo, o quizás no supe hacerlo. Lo cierto es que tú estás mal, muy mal, que tienes muchas dificultades que vencer para poder sobrevivir, y que ya no tienes fuerzas para seguir luchando, porque esa lucha que has tenido hasta el día de hoy ha sido dura, muy dura, y te está agotando tanto… Tanto, que casi no te mueves, no respiras, no se te oye. Pienso… que si Dios no lo remedía, ¡ya no llegarás! ¡Ya no te veré! ¡No te conoceré! No te besaré y nunca podré saber cómo eres.
Pero quiero que sepas, que siempre estarás en mi corazón, que he vivido con ilusión tu llegada y… aunque ahora, serás una ilusión truncada, para mí serías el cuarto, ¡para ellos el primero! y yo siempre te querré.
Rosa Mª Llamas