En la década de los años 50, un acontecimiento que sucedió en Torregamones y que mis coetáneos recordarán con total seguridad, me produjo tal impresión que no he vuelto a sentir tanto asombro con otros adelantos de la ciencia o de la técnica como aquel día.
Salimos de la clase con D. Bernardino a las cinco como todos los días y vimos un enorme camión que a su vez llevaba en la caja otra máquina enorme; debemos tener en cuenta que aún no había llegado la TV.
Se trataba de una máquina Caterpillar cuyo destino era la parte izquierda de la presa de Miranda, recuerdo que era italiana, nosotros los chiquillos oíamos las conversaciones de los mayores opinando por ejemplo que el Puente de las LLagonicas no resistiría el enorme peso del camión y máquina y se decidió que sería descargada en el «sagrao« quitando alguna piedra que posteriormente colocaron.
Corrimos detrás de ella hasta la Cañada Vallanjo los niños de la escuela: Miguel León, Calín, José Manuel, etc.
Aún hoy en el camino que hay llegando al Mendín se puede ver una peña enorme totalmente «voltiada» por la enorme oruga que no tenía ruedas sino cadena.
NOTA sobre el título de esta vivencia: «EL CARRIL DE LOS ENCUENTROS«: Al ser la antigua senda que recorrían nuestros antepasados sirve para que la gente coincida en unos recuerdos y unas vivencias que vivieron juntos.
Un fuerte abrazo para todos.
Juli Duque.
Me acuerdo perfectamente de este acontecimiento, aunque yo era algo más pequeño y, al menos yo, teníamos la sensación de que aquello era una especie de invasión extranjera puesto que además fue necesario quitar algunas piedras, como muy bien dice Julián, del cerco de la iglesia.
A esas máquinas yo las he llamado siempre «catrapillos«, seguramente porque así los denominamos entonces los niños de Torregamones por la marca de dicha máquina.