Sería sin duda interesante comenzar un debate sobre las centrales nucleares y su posible emplazamiento en Sayago. Pero dado que «los Arribes», «Las Arribas» o «el Arribanzo» ya son un espacio protegido y Parque Natural, el debate es infructuoso.
Sin embargo, añado un artículo publicado el 12/09/2000 en La Opinión de Zamora, por si nos ayudáis a hacer memoria para ir completando nuestra historia al respecto:
Moral de Sayago, de enclave nuclear a Parque Natural
Fuente: http://www.bragancanet.pt/picote/espanhol/prensa/2000-09/oz_moral_sayago.htm
Ayuntamientos, agentes sociales y ecologistas piden que se integre al espacio protegido la superficie destinada en 1973 a la central y que hoy está excluida por Medio Ambiente.
Moral de Sayago perdió su anonimato cuando en la década de 1970 comenzó a sonar en los ámbitos del sector energético merced al atrevido proyecto de la central nuclear. El río Duero y sus arribes llevaban décadas pronunciándose con verbo altisonante porque ningún otro curso fluvial del país había sido escenario de tan faraónicas obras hidroeléctricas ni resultaba tan bondadoso en kilowatios. Pero se fue a más ambiciones y un 29 de noviembre de 1973 el alcalde de Moral, José Manuel Domínguez, y el representante de Iberduero S.A. Digno Fuertes García firman el documento del convenio por el que «se presta la conformidad y se otorga el oportuno permiso para ubicar» una central nuclear en los parajes “El Cohete”, “Los Villarinos”, “Las Arribas” y “Gravaneras”, en una extensión de 118 hectáreas.
A cambio, se anunciaba un bienestar económico y social nunca soñado por una población empujada hacia la emigración: electrificación, edificaciones, estudios y formación gratuita para los hijos, abastecimiento y pavimentación de calles (hacía falta Dios y ayuda para picar en un terreno de puro granito), un millón de pesetas anuales a las arcas municipales, Casa Consistorial nueva, Centro Rural de Higiene, Oficina de Correos, puestos laborales y un largo etcétera. El Ayuntamiento, según el convenio, «facilitará a la empresa los necesarios permisos, licencias y autorizaciones sin otros obstáculos que se deriven de las propias exigencias legales». Fue necesario un nuevo convenio -firmado en mayo de 1976- para ampliar las ocupaciones, «porque los terrenos resultaban insuficientes», pero en este caso se introdujo una cláusula de reversión al Ayuntamiento de las 51 hectáreas adjuntadas que serían reclamadas en 1992.
El proyecto nuclear se fue al traste porque la oposición tomó en algunos puntos -Lemóniz- derroteros terroristas. Casi tres décadas después el enclave sigue siendo una polémica de primer orden porque vuelve a estar en boca de unos y otros, esta vez, como cementerio nuclear, un depósito de radioactividad rechazado por todos los sectores.
Cuando se tramita en sus fases finales el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de lo que será el Parque Natural “Arribes del Duero”, el escenario que centró todos los intereses ha sido despreciado. Las excavaciones y las consiguientes escombreras, parece ser, rompen la armonía natural. Una justificación rechazada por todos los Ayuntamientos, por todos los colectivos y por todos los agentes sociales integrados en el Espacio Protegido. «Se tiene que meter dentro si no habrá movilizaciones» dicen nada menos que en Fermoselle. Incluso se pide a Iberdrola que corrija las afectaciones al paisaje. Pesa, pues, sobre las conciencias la instalación del cementerio nuclear que España necesita y cuya peliaguda ubicación se estudia en las trastiendas administrativas.
Moral de Sayago anda en boca de todo el mundo desde hace lustros, y lo seguirá estando porque tiene 118 hectáreas con un destino incierto y preocupante.
Como otros pueblos del país, recibe el nombre del arbolado. Pero podía haberlo recibido de la piedra porque el granito abunda por doquier y los habitantes lo trabajaron a lo grande, especialmente, para la construcción de las viviendas y de los corralones. Los bloques de piedra elegidos como dinteles y pilares de las puertas no pueden ser de mayor tamaño. «Algunos tienen hasta cinco metros de largo». Son impresionantes. «Se trabajaban a maza y a puntero», además, con ganas; y luego se arrastraban con la mejor pareja de vacas o, en muchos casos, duplicando los tiros y los animales. «Es un pueblo empeñado» en expresión de Ventura Isidro que recuerda como albañiles a Pedro Estévez y a Antonio Gómez.
Estas construcciones procuran a la localidad un tipismo y una singularidad muy sayaguesa. Todavía se deja ver el adobe en algunos puntos. Es una componenda que difiere del elaborado en Tierra de Campos porque al barro se le fortalece, en ocasiones, con pequeñas piedras en lugar de paja.
El urbanismo deja ver un afán por las nuevas comodidades, de ahí que la restauración de lo vetusto y las nuevas construcciones aparezcan por el pueblo. Así como en la generalidad de las localidades los que han emigrado y han hecho un dinero fuera son los que edifican, en Moral «son los de aquí».
La actividad principal de los residentes es la ganadería. El ovino se cifra «entre ocho y diez mil cabezas» lo que, parece ser, ha llamado el interés de los lobos que ya han dejado pruebas de su depredación. «El lobo es el pan nuestro de cada día» afirma una mujer que pastorea un rebañete y aprovecha el tiempo haciendo punto. Y apunta hacia la nave de Ángel Gaspar Isidro. Sin embargo, en el bar se hacen otros comentarios. «Habría que aclarar si son lobos o perros los que están dando guerra porque estamos en una época en que la gente se va y deja abandonados los perros y éstos son muy malos porque no se van de la gente». Por lo que respecta al vacuno apenas si llega al centenar de cabezas, «ni un ejemplar autóctono»; y, en cuanto a perros, es una raza abundante «porque el que no tiene dos, tiene tres y hasta media docena». No se han exterminado los burros, pero se cuentan rápidamente porque ha pasado a un censo testimonial. «Los tienen -dicen- por el capricho de no deshacerse de ellos y, quizás, porque hacen poco gasto o por sacarlos una utilidad».
Colaborador:
Manolo Ferrero
Muchas gracias, Manolo:
No obstante, aunque el Parque Natural de las Arribes del Duero esté ya protegido, es un gran riesgo para nuestro entorno tener una central nuclear, cementerio nuclear o similar… No olvidemos que no toda la comarca de Sayago forma parte del Parque Natural.
Que produce gran cantidad de energía: está claro que sí. Y que si se toman las medidas de seguridad pertinentes, más o menos el entorno está protegido de radiación pues también. Igualmente está claro que la sociedad demanda gran cantidad de energía y que en un alto tanto por ciento las producen este tipo de centrales.
Imaginemos los efectos que tuvo en Hiroshima y Nagasaki el haber arrojado una bomba atómica sobre la población…
Es un alto riesgo el que corremos apostando por estas centrales productoras de energía. Personalmente, prefería que se cerraran todas por el alto riesgo que entrañan para la vida. A fecha de hoy, seguimos sin saber qué hacer (?) con los desechos radiactivos…
Obviamente, esta es una opinión personal que no tiene por qué ser compartida por el resto de lectores, claro.
Y en otro orden de cosas: hace pocos años oí que hubo movilizaciones en contra de un cementerio nuclear que querían ubicar en Sayago (no sé si sería un intento de continuar con el proyecto de Moral de Sayago, creo que no) ¿Alguien sabe algo al respecto?
Un abrazo
Roberto Sastre