Yo que… me considero ser una persona no miedosa, reconozco, que alguna vez sí he sentido miedo.
Hoy… Contaré una de esas veces en que verdaderamente pasé miedo y de qué manera lo vencí.
Tenía yo trece años, cuando mi madre se puso enferma, por aquel entonces, nosotros vivíamos en un caserío del País Vasco, en medio monte, distaba del pueblo unos dos Kms. y el camino… a una y otra parte, solo había pinos.
Ese día yo no fui a la escuela, me quedé al cuidado de mis hermanos/as y esperando a que el médico llegara a casa.
Cuando el médico subió al caserío, ya era bastante tarde…, e hizo un montón de recetas.
Pensé… Que si en ese momento iba a comprar las medicinas… podía coger el tren de las cuatro y me daba tiempo a volver en el siguiente, que coincidía con la hora en que mi padre y hermanos salían de trabajar y así subíamos todos juntos para casa.
Me puse el abrigo y emprendí el camino hacia la estación del tren, cuando faltaban unos cincuenta metros al salir de una curva…, pude ver cómo salía el tren. Volví sobre mis pasos unos cien metros, llegué al cruce de carreteras… y… me fui andando hasta Guernica (7 Kms), compré los medicamentos en una de las tres farmacias, que por aquel entonces había en Guernica y me fui a la estación.
Cuando llegué a la estación, solo pude ver que el tren… acababa de arrancar. Volví hacia la carretera y andando llegué a Altamira Busturía (el pueblo dónde vivíamos). Cuando llegué… mi padre… mis hermanos… ya habían subido a casa.
Me encontré al principio del camino… era de noche… Y pensar que tenía que andar dos Kms. entre los pinos me daba pánico ( aún hoy, según lo cuento… lo estoy viviendo).
Pensé que… en cuanto yo oyera mover las ramas de los árboles… miraría para atrás… a un lado… al otro y seguramente, todas las sombras que viera me parecerían fantasmas.
Por lo tanto, respiré profundamente, tapé los oídos con mis manos y sin mirar a otro lado que no fuera hacia delante, con el miedo de compañero, así pude llegar a casa.
!Nunca, ese camino lo anduve más rápido que esa noche…! Aún siendo el camino cuesta arriba.
Por aquel entonces… la cuesta, la bajabamos y subíamos dos y tres veces al día. Un día de los que volví a Altamira Busturía , dónde siguen viviendo varíos de mis hermanos/as… le pedí a uno de ellos que me acompañara hasta el caserío, me acompañó y me preguntó: ¿Por dónde quieres ir, por arriba o por abajo?
– !Hombre! Vamos por el camino, por dónde íbamos siempre, le contesté.
Nunca pensé que el camino fuera tan difícil de subir, me arrepentí muchas veces de haber emprendido el camino. Mi hermano se reía de mí y yo… a la vez que me paraba para «respirar» un poco le decía: ¡Anda, que… estoy como para subir y bajar esta cuesta como lo hacíamos antiguamente! ¿Pero quién me mandaría a mí…?
Llegamos al lugar donde estaba el caserío ( ya no existe) y mientras recordábamos historias, yo le conté el día aquel que mamá se puso enferma… Yo llegué tarde a todos lados y… el miedo que pasé mientras llegué a casa.
Rosa María Llamas.