La niña de las flores
Hipólita Martín Carrascal fue depositada en la inclusa de Zamora (el hospicio) en el año 1.915 cuando tenía un mes. Su madre al parecer era de Puenteareas (Pontevedra) y como dotación le dejó un lunar tatuado en un brazo. El hecho de ser hospiciana es un trauma que ha conservado durante toda la vida y todavía hoy cuando alguien la llama hospiciana en la residencia es la mayor ofensa que pueden hacerle (ella siempre decía que era hija de una prostituta).
Fue sacada del hospicio por Esteban Alfonso Garrote que vivía en la dehesa como arrendatario en una pequeña casa de la que aún se conservan algunos vestigios en La Veiga, muy cerca del antiguo pueblo de San Juan, origen del actual Torregamones, por lo cual, se le conocía como «el Montaraz» y era hermano del médico de entonces D. Daniel.
Desde allí, siendo muy pequeña, subía andando a la escuela del pueblo recogiendo flores que luego repartía con los labriegos que encontraba en el camino y cuando llegaba a la escuela no tenía ninguna.
(Esto lo recuerda ella con mucha alegría de su niñez).
Cambio de residencia… Torregamones
Al quedarse viudo Esteban se casó de nuevo con Isidora y empezaron a vivir en Torregamones.
Allí convivió en una buena casa que ella siempre consideró como su familia porque es la única que había conocido y así siempre lo llamó padre y tía a Isidora.
Los años pasan… el matrimonio
Cuando se casó con mi padre le dio como dotación una casa, que es en la que siempre hemos vivido, reformada por mi padre, y una finca donde plantó una viña y otra más pequeña para plantar patatas.
Estalla la Guerra Civil
Cuando yo tenía 3 meses, mi padre tuvo que ir a la guerra y ella se quedó sola, sin otros ingresos que la ayuda que le dieron su padre y su suegro (al que todos llamaban aun siendo albañil El Sr. Inocencio).
La alegría que mi abuelo nos transmitía…
Tengo muy buen recuerdo de mi abuelo pues en las matanzas se disfrazaba de payaso y nos hacia reír a todos los nietos.
Yo le hacía mangos para los picos y me daba un duro por cada uno (en aquella ocasión, cuando la guerra, pasó tres días sin pan).
Miedo, en soledad
Por las noche cuando estaba sola pasaba mucho miedo cuando oía guayar a la zorra desde »El Sierro» que venía a robar gallinas. Después, como mi padre era cazador y había perros en casa, la raposa nunca se acercó.
También le daba miedo de las culebras cuando lavando la ropa en un sitio que llaman «Las Aguzaderas» sacaban la lengua bífida allí. Por lo que me cuenta, me caí yo al charco cuando era pequeño.
Bromas pesadas
Frente a mi casa vivía La Pascuala, una vecina que también tenía una hospiciana, Águeda, con la cual mi madre no se llevaba bien. En una ocasión, cuando fue a regar unas hortalizas en el huertecito que había arrendado, me dejó en la cuna y cuando volvió, no me encontraba y es que Pascuala me había escondido debajo de la cama. Desde entonces, dejó secar la huerta y nunca me dejó solo.
Viendo pasar…
También recuerda como cuando la guerra vio pasar por la puerta un coche de los falangistas.
El hurón, «ajusticiado»
Mi padre como cazador tenía un hurón y un día se escapó y se fue a la casa que ahora es del padre de Elvira y allí andaba corriendo tras de las gallinas y Felisa -que era la dueña entonces (la madre del rubio jugador de pelota)- al verlo cogió un palo y lo mató.
Los años de enfermedad de mi padre
Cuando mi padre cayó enfermo y estuvo 9 años en la cama todas las vecinas le ayudaban a levantarlo y les está muy agradecida a Marcelina, Rosa, mi tía María y muy especialmente a tu abuela Ignacia, Roberto, que era su mejor amiga.
FOTO: Marta junto a su abuela Hipólita
Un abrazo para todos,
Pepe Ruiz Martín
Querido Pepe:
Me han emocionado mucho los recuerdos de la vida de tu madre Hipólita. Mi mamá y ella eran buenas amigas y pasaban sus ratos charlando.
Años de nostalgia y que nunca volverán pero siempre quedarán en el corazón.
Un abrazo para toda la famiia.
Hortensia
Gracias Hortensia. Tienes unos hijos maravillosos, amigos de los míos, felicidades y un abrazo para todos.
Pepe
Hola Pepe, soy Alicia, la hermana de Roberto.
Me acuerdo de tu madre, para mí la Sra. Hipólita. Desde pequeñita la recuerdo con mi abuela; me viene por ejemplo a la memoria que los domingos, esperaba que pasara tu madre por nuestra puerta para ir juntas a misa. Tu madre era alguien especial para mi abuela Ignacia, y yo creo que por eso tambien lo era para mí. Cuando se fue se la echó de menos…
La recuerdo, recuerdo su cara, su forma de andar… hasta incluso su voz.
Con todo mi cariño.
Alicia