Hubo un tiempo, en el cual, pensando que los demás podrían ser iguales o mejores que yo… me ofrecía a colaborar y a ayudar sin esperar nada a cambio; lo hacía porque me salía del alma y porque yo me sentía bien, !pero muy bien!.
Por aquel tiempo, mi amiga, me solía decir «Que yo era tonta, porque me creía que todas las personas eran iguales que yo, y eso no era así, que la gente se reía y se aprovechaba de las circunstancias«.
Yo discutía con ella, y ella terminaba diciéndome «algún día, terminarás dándome la razón«.
Pues sí… ella tenía… tiene razón cuando alguna vez me lo recuerda.
Fue en el 2007, cuando viendo a la gente votar, me di cuenta de que, si los ojos de muchas personas hubieran sido espadas, cuántas y cuántas se me hubieran clavado. Aún así, sus miradas hicieron en mí el efecto indeseado.
Ahora, cuando oigo decir a los retornados por vacaciones, «Que muchos de los vecinos estarían contentos con que los retornados no pisaran el pueblo» no puedo por menos, de darles hoy la razón, y es que a veces tienen que pasarte las cosas para que pienses en la imbecilidad de ciertas personas luego… dependiendo del «personaje» una puede pensar cualquier cosa menos nada bueno.
Y es que, cuando un «personaje» de estos, va a encerrar a sus caballos a algún cortino y ve cómo se para un coche a una distancia prudencial para que los caballos puedan ser encerrados, el «personaje» en vez de encerrarlos y apearlos dentro del cortino, hace todo lo contrarío, en la calle, y con toda la tranquilidad, apea uno a uno a sus caballos, luego… les abre la puerta del cortino y los encierra, a continuación y como de un guardia de tráfico se tratara le da paso al coche diciendo : «¡Venga pasen! !Venga pasen!» a la vez que hace el gesto correspondiente con su mano.
Este «personaje» ¡sí necesita clases de educación cívica!
Un saludo.
Rosa María Llamas