Diálogos con el Teatro: «Los muchachos dentro y fuera de la escuela»

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CUARTA PARTE

BALTASAR:
Pues menos entiendo yo, que cuando la cigüeña trae algún niño a una casa, la mamá se ponga enferma, y el cura no la deje entrar en la Iglesia porque dice que es impura y que antes la tiene que purificar, yo me pregunto, que si la mamá es impura porque la cigüeña ha traído un niño a casa, también el papá tendría que ser impuro ¿no? ¡Porque los dos han cogido un niño que traía la cigüeña! Además dicen, (BURLONAMENTE) que las cigüeñas no se pueden matar porque son aves del cielo; pues anda… ¡Que si llegan a ser aves del infierno…! La que prepararían ¿eh?
JUANITO:
Oye Enano, a ti ¿no te han dicho nunca que eres igual que papá?
BALTASAR:
Sí… a mí me lo han dicho muchas veces y siempre me he quedado preguntando ¿Cómo lo habrán hecho? Porque tampoco lo entiendo y tú que eres más mayor ¿tampoco sabes como lo han hecho?
JUANITO:
Pues dicen que venimos de París, que me parece que es la capital de Francia, allí, dicen que hay (MANOTEANDO, HACIENDO ENTENDER QUE LA FÁBRICA ES MUY GRANDE) una fábrica muy grande, muy grande, donde hacen los niños y cuando escriben la carta para pedir un niño le mandan también una fotografía de los papás para que los hagan parecido a ellos, luego llaman a las cigüeñas para que los repartan.
BALTASAR:
Oye Gigante, ¿Y no los podrían mandar más grandes? ¡Porque mira que los traen chiquitos…! Y luego dicen, que hasta que crecen, ¡dan una guerra…! ¡Que la guerra que dan! ¡Hay gigante! A ver si crecemos más y nos enteramos mejor… Porque como sigamos así, va a tener razón mamá cuando dice (BURLONAMENTE): «Tenéis que ir a la escuela para que no os quedéis tan burros como somos nosotros». Oye Gigante, me parece que por ahí viene mamá, ¡date prisa que salimos por la puerta de atrás!

Cogen un trozo de pan y se marchan.

Josefina regresa, al ver todo tirado se echa las manos a la cabeza y con voz cabreada comienza a llamarlos:

JOSEFINA:
JuanitoBaltasar… Pero estos muchachos… ¡Mira qué…! Se han marchado a la escuela y sin decir nada… Claro qué, ¡Tampoco me extraña que se hayan ido! tal y como han dejado esto… ¡Cómo para esperar! Pero… ¡Qué muchachos! Dios mío ¡Qué muchachos! ¡Si no han llevado ni las carteras. Bueno… como tengo que pasar por la escuela, se las llevaré yo, ¡Pero qué despistados son Dios mío! ¡Qué despistados son! ¡A ver si crecen y tienen algo de sentido! Porque si no… tarde los veo yo casados.

Josefina corriendo, coge la mantilla, el talego, las carteras y se marcha a la escuela.

Se cierra el telón, y se prepara rápidamente el escenario con dos mesas alargadas y dos bancos para sentarse, la mesa y la silla del Sr. Maestro, el encerado, un trapo y una tiza( total una escuela).

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Un comentario:

  1. Miguel Alfonso Licarión

    Esto parece como cuando escuchaba, «Matilde, Perico y Periquín» en la radio y te quedabas con ganas de saber cómo sería la historia del próximo jueves, creo que era los jueves, ¿os acordáis alguno de vosotros de este programa? Lo patrocinaba «aquel negrito del África tropical que cultivaba el Cola-Cao«.
    Espero el final de la historia.
    Saludos.

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